2 de julio de 2016

Estoy viviendo la crisis de los 25… (me acabo de acordar que ya casi cumplo 26)

Siempre he escuchado hablar de la crisis de los 25 y honestamente pensé que eso no existía o que simplemente no iba a padecer de ella, peeeeeeeero como se imaginaran o como ya adivinaron por el título de esta entrada, efectivamente estoy viviendo la crisis de los veintitantos.

Estoy 100% seguro que  junto a los “chavalos y chavalas” de mi generación voy corriendo a la velocidad de la luz hacia edades que hace no mucho tiempo nos parecían tan adultas y lejanas. Y a más de una he escuchado decir “ay ya estoy vieja” o “cuando era joven”.

No quiero ser pesimista pero los 25 parecen ser la edad del desaliento, por alguna extraña razón uno siente que llegó a un punto sin retorno y la juventud comienza a verse como una cosa distante y que se aleja cada vez más rápido.

Y lo peor no es tener los 25 años, lo peor es lo que conlleva tener esa edad. Las pláticas con mis amigos ya no son sobre la universidad, sobre amores platónicos ni chavaladas, ahora se habla de bodas, divorcios, crisis financieras y muchos otros malestares que aquejan a las personas adultas. Males que ahora nos aquejan a nosotros. Hasta me duele el corazón cuando admito que soy adulto.

Ya se me está acabando el tiempo para hacerme rico y famoso a lo Kim Kardashian. Mark Zuckerberg empezó con Facebook a los 19 años y Nick D’Aloisio creó una aplicación con 15 años que vendió a Yahoo y lo hizo multimillonario. Y yo… bueno, yo aprendí a cocinar arroz la semana pasada... pero para comer si soy bueno.

Ningún cazatalentos me ha visto caminando por la calle y me ha dicho que soy perfecto para el papel protagónico de su próxima película y como tampoco estudié arte, estoy perdiendo la esperanza de participar en alguna donde me nominen al Oscar. A estas alturas, el único drama que tengo es sobrevivir la quincena a la espera del próximo pago. A este divertido juego se le conoce como “The Hunger Games”



Y hablemos de lo que la gente espera de vos a los 25 años.  Todo el mundo supone que sos un adulto. Se SUPONE que ya has trabajado. Se SUPONE que sabes lo que vas a hacer con tu vida. Si te echas un novio ahora, tu novio va a SUPONER que tu experiencia sexual es larga porque TENES 25 AÑOS.

Se SUPONE que ya tenes una personalidad estable, que no vas a llevar a cabo un cambio radical, no te vas a teñir el pelo de rojo de la noche a la mañana, ni te vas a hacer un tatuaje que ocupe tu espalda, porque esas cosas las hacen los adolescentes y no los adultos. 

Y cuando se te ocurra cambiar tu forma de vida y decidir que tu futuro está frente a la Torre Eiffel pintando cuadros en plan hippie, tu mama va a pensar que te volviste loco y te va a llevar al psiquiatra obligándote a mantener una pastilla bajo la lengua. Aunque de vez en cuando creo que me hace falta una para lidiar con el hecho de que me estoy haciendo viejo grandecito.

Y si esta es la crisis de los 25, no me quiero ni imaginar la de los 30, mínimo me da un infarto o termino deambulando en las calles pero relajándome un poco tengo que decir que no estamos viejos, lo sé. Estoy consciente de que podemos rehacer nuestras vidas, dos veces más si queremos, con o sin hijos, con o sin ex esposos, con o sin prejuicios.

Sé que estoy a tiempo para TODO, para empezar otra carrera, para hacer postgrados, maestrías, para viajar un tiempo y volver, para postergar casarme o arrojarme a hacerlo, para tener hijos o retomar el tema en par de años, para cambiar de oficio, de país, de vida, de todo. Uno solo es preso de lo que permite y aunque a mí también me arrastre este miedo a la inminente adultez, me niego a aceptar etiquetas, prejuicios o parámetros que me indiquen lo que sí y no es aceptable a mi edad.


                                         Cuidate, queréte y valoráte... Hasta la próxima



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